lunes, 29 de junio de 2015

De dioses, huesos y semillas



Mictlantecuhtli, Señor del Lugar de los Muertos
¿Cómo surgieron los hombres y la mujeres de esta tierra? Cuentan los ancianos, que luego de la creación del Sol y la Luna los dioses se reunieron a pensar cómo hacer de nuevo a los hombres, pues los intentos anteriores no habían dado buenos resultados: los primeros habían sido grandes y muy torpes, y sólo comían raíces porque no sabían sembrar la tierra; los segundos, a consecuencia de las disputas entre Quetzalcóatl, Serpiente Emplumada, y Tezcatlipoca, Espejo Humeante, terminaron convertidos en monos; los hombres que se crearon después, fueron transformados en pájaros a causa de una lluvia de fuego, mientras que los de la cuarta época se tornaron peces, por una inundación que destruyó todo a su paso. Así que los dioses se sentaron juntos a pensar y a hablar, porque sólo así se resuelven los grandes problemas, y acordaron que en esta ocasión las cosas debían salir bien. Entonces, enviaron a Quetzalcóatl al Lugar de los Muertos a recoger los huesos de los hombres que habían perecido a causa del fuego, del viento o las inundaciones. El camino era largo y tortuoso, y fueron muchos los años que debió andar Quetzalcóatl. Luego de enfrentar innumerables peligros, Serpiente Emplumada logró por fin llegar al Mictlán, pero el Señor del lugar de los Muertos, Mictlantecuhtli, no quería darle los huesos, así que para impedir que se los llevara le impuso una prueba: Quetzalcóatl debía hacer sonar el caracol de Mictlantecuhtli. Serpiente Emplumada tomó el caracol, pero notó que éste no tenía agujero, y se supo engañado. Llamó entonces a los gusanos, para que hicieran un agujero en el caracol, y a las abejas, que entraron en el caracol y lo hicieron sonar. Al escuchar el caracol, el Señor del Lugar de los Muertos supo que debía cumplir su promesa, y eso no le gustó, de modo que, disimulando su furia, le dio los huesos a Quetzalcóatl, pero inmediatamente gritó: "¡Gentes del Mictlán!¡Se lleva los huesos!, ¡no lo permitan!". Para impedir que Serpiente Emplumada saliera de ahí con los huesos, los habitantes del Mictlán cavaron rápidamente un agujero, y en su prisa por huir Quetzalcóatl tropezó con él y cayó, regando y rompiendo los huesos. El dios tardó mucho tiempo en recuperarse de la caída. Cuando abrió los ojos, vio con tristeza que algunos huesos se habían perdido y otros habían sido picoteados por las codornices. Aunque apesadumbrado, se decidió a cumplir su deber y pensó: "Esto no ha salido bien, pero algo puede hacerse todavía". Recogió los huesos que quedaban y echó a andar hasta donde estaban los demás dioses esperándolo. Una diosa muy anciana tomó los huesos y los colocó dentro de una olla preciosa. Quetzalcóatl se acercó y los regó con su sangre y cada uno de los dioses ofrendó algo. De esos huesos y del sacrificio de los dioses nació la humanidad que  ahora puebla la Tierra.

Este sábado, nuestros niños del taller "Dioses mexicas", escucharon este mito de los antiguos mexicanos, y ayudándose de acuarelas y semillas, dieron nuevos colores y matices a sus dioses.