El taller “Tlacuilos”
responde a la necesidad de rescatar los saberes que en la antigüedad tenían una
importancia vital pero que, por diversas circunstancias han permanecido
olvidados. Y en medio de esta larga travesía hacia la revaloración de tradiciones no occidentales, el rescate de la figura del tlacuilo es, apenas, un granito de arena. Hace todavía dos generaciones, en México eran explícitos el rechazo
y el menosprecio a toda lengua originaria bajo el argumento de que la lengua
oficial en nuestro territorio era el español. Más aun, muchos llegaron a
afirmar que quienes se empeñaban en hablar su lengua materna lo hacían
porque no habían comprendido aun que el apego a su tradición era muestra de
atraso y de ignorancia. A últimas fechas se ha modificado, al menos en el
papel, dicha actitud. Así, varias instituciones en nuestro país y en el mundo
han comenzado a rescatar, documentar y revitalizar, en nombre del respeto a la
diversidad, estas lenguas originarias. No obstante, este gesto es insuficiente.
La disposición a la apertura y al reconocimiento de la valía de las expresiones
culturales que justifica las nuevas leyes, no es todavía una realidad en la
vida diaria. Como muestra, baste recordar los desagradables y vergonzosos comentarios
de Lorenzo Córdova, presidente del INE, filtradas a la opinión pública en mayo de
2015. Este solo evento es muestra del arraigo que ciertos prejuicios tienen aún
en nuestra sociedad.
Tlacuilo era el nombre que los mexicas daban a la persona encargada de pintar la tradición. Los saberes de la comunidad, sus costumbres, los sucesos importantes, la historia de los personajes representativos de la ciudad, así como la visión del cosmos, todo ello era preservado por el tlacuilo, de forma muy particular. Nosotros, por ejemplo, para preservar la historia de un pueblo o comunicar lo que nos sucede, lo que pensamos o lo que deseamos, juntamos ciertos signos con los cuales formamos palabras, y con éstas, ordenadas según ciertas reglas gramaticales, formamos oraciones. La técnica del tlacuilo es distinta: él no utiliza palabras, utiliza solo imágenes.
Pero éstas imágenes no son simples dibujos, sino ideogramas. Por ello, el uso de los colores, la posición de los personajes, los objetos dibujados de tal o cual forma, todo tiene un sentido y un significado específicos, del cual debía tener un amplio conocimiento el tlacuilo. Nada en su técnica es arbitrario.
Tlacuilo era el nombre que los mexicas daban a la persona encargada de pintar la tradición. Los saberes de la comunidad, sus costumbres, los sucesos importantes, la historia de los personajes representativos de la ciudad, así como la visión del cosmos, todo ello era preservado por el tlacuilo, de forma muy particular. Nosotros, por ejemplo, para preservar la historia de un pueblo o comunicar lo que nos sucede, lo que pensamos o lo que deseamos, juntamos ciertos signos con los cuales formamos palabras, y con éstas, ordenadas según ciertas reglas gramaticales, formamos oraciones. La técnica del tlacuilo es distinta: él no utiliza palabras, utiliza solo imágenes.
Pero éstas imágenes no son simples dibujos, sino ideogramas. Por ello, el uso de los colores, la posición de los personajes, los objetos dibujados de tal o cual forma, todo tiene un sentido y un significado específicos, del cual debía tener un amplio conocimiento el tlacuilo. Nada en su técnica es arbitrario.
Sin
embargo, al pasar de los años el alfabeto castellano fue imponiéndose como el
medio por excelencia para la comunicación escrita, al grado de desplazar por
completo al tlacuilo, y dejar como
único testigo del trabajo de estos hombres los códices coloniales (no hay que
olvidar que la gran mayoría de los códices pertenecientes a la era precolombina
fueron destruidos por el conquistador). A la fecha, los investigadores no han logrado descifrar la
totalidad de las imágenes que aparecen en los códices sobrevivientes, no
obstante, los esfuerzos por su interpretación ya han dado algunos valiosos
frutos. Los trabajos del Dr. Joaquín Galarza son un ejemplo de estos resultados, y son también un
esfuerzo por compartir con el público no especializado el saber y la técnica
del tlacuilo.
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